El wakizashi de Yagyū Renyasai: la historia del “Cuchillo del Demonio”
El "Cuchillo del Demonio": el legendario wakizashi de Yagyū Renyasai
En el vasto panorama de las espadas japonesas, pocas hojas han sabido suscitar un aura de misterio y poder como el wakizashi apodado “Fūchinkiri Mitsuyo”, también conocido como “Oni no Hōchō”: el Cuchillo del Demonio. Forjada para Yagyū Renyasai, maestro de la escuela Yagyū Shinkage-ryū y figura central del linaje de Owari, esta hoja encierra un fascinante entrelazado de arte, técnica y leyenda.
Un guerrero fuera de lo común
Renyasai, nieto directo del célebre Yagyū Sekishūsai y perteneciente a una rama importante de la escuela Shinkage-ryū, fue tanto maestro de kenjutsu como refinado esteta. Célibe por elección, condujo una existencia devota al camino de la espada. Además de la habilidad marcial, fue también un innovador en el campo del armamento, inventor del Yagyū koshirae, de tsuba originales y estimado incluso como ceramista y paisajista.
El nacimiento de la hoja
Según la tradición, Renyasai encargó a su forjador de corte, Hata Mitsuyo, la realización de un wakizashi ideal, capaz de acompañarlo en los momentos en que la katana larga no estaba disponible, situaciones comunes en la corte de un daimyō o durante visitas oficiales.
Tras seis intentos fallidos, Mitsushiro, en el séptimo intento, presentó una hoja extraordinaria. Para demostrar su eficacia, cortó cuatro fūchin (pisapapeles, usualmente de piedra N. del A.) apilados. Renyasai, finalmente satisfecho, aceptó la hoja: había nacido la Fūchinkiri Mitsuyo.

Un arma pensada para el combate real
El wakizashi, de aproximadamente 1 shaku 3 sun 6 bu (41,2 cm), presenta una estructura asimétrica: el lado omote es de estilo kiriha-zukuri, el lado ura es shinogi-zukuri. La línea de temple (hamon) es suguha, la hada (trama del acero) es un fino itame con numerosos nie. La hoja es relativamente corta pero robusta, con horimono (grabado) de un ken dentro del bohi en el lado omote.

El cuchillo del demonio
El apodo “Oni no Hōchō” no fue atribuido por casualidad. Una conocida anécdota narra que unos ladrones entraron de noche en la habitación de Renyasai. Al despertarse repentinamente, empuñó el wakizashi y los eliminó a todos con un golpe cada uno. El episodio se volvió legendario en el dominio de Owari, tanto que el nombre de la hoja se difundió rápidamente y se forjaron incluso réplicas.
Un símbolo de la disciplina samurái
En el Japón feudal, siempre se permitía llevar el wakizashi al costado, a diferencia de la katana, que a menudo se dejaba en la entrada de las residencias. Esto confería a esta arma, el wakizashi, un valor táctico y simbólico altísimo. En la vida cotidiana, el wakizashi era la verdadera salvaguardia de la vida de un samurái. Un dicho común ejemplificaba el concepto:
“Cuanto más cerca está el arma del cuerpo, más refinada y digna debe ser”
Y sin embargo, hacia el final del periodo Edo, la introducción de la práctica con shinai y el alejamiento de las técnicas de combate con wakizashi se volvieron cada vez más raras. Episodios trágicos, como la muerte de Sakamoto Ryōma, que no logró recuperar la katana a tiempo durante el ataque en casa, demuestran cuán peligroso era olvidar el arte del kenjutsu con el wakizashi.
Un legado que sobrevive
Hoy en día, la figura de Yagyū Renyasai y su “FūchinkiriMitsuyo” siguen siendo hitos en la historia de la espada japonesa. No solo por la excelencia técnica del arma, sino por el ideal que encarna: la fusión perfecta entre disciplina, precisión y espíritu guerrero.