Kogitsunemaru: la legendaria espada forjada con un espíritu zorro
Kogitsunemaru: la legendaria katana forjada con un espíritu zorro
Entre las muchas espadas famosas de Japón (meitō), pocas tienen una leyenda tan mística y fascinante como la de Kogitsunemaru — la “Pequeña Hoja de Zorro”. Se dice que no fue forjada únicamente por manos humanas, sino con la ayuda de un espíritu zorro divino. Esta espada ocupa un lugar único en el folclore japonés, la literatura y las artes escénicas tradicionales.
Pero quién fue el herrero detrás de esta creación milagrosa y qué nos dice esta historia sobre la relación espiritual entre el hombre, el acero y los kami?
Munechika, el herrero de Heian-kyō
El hombre detrás de Kogitsunemaru fue Sanjō Munechika, un legendario herrero de la época Heian (794–1185). Aunque se desconocen las fechas exactas de su nacimiento y muerte, se cree que vivió durante el reinado del emperador Ichijō (986–1011). Munechika residía en Sanjō, un distrito de la actual prefectura sur de Kioto, la antigua capital de Japón.
Por su lugar de residencia y oficio, se le conoce como Sanjō Munechika o con el apodo de Kokaji.
Aunque pocas de sus obras han llegado hasta nuestros días, el nombre de Munechika está profundamente grabado en la memoria cultural japonesa gracias a leyendas, teatro tradicional y rituales religiosos. Una de estas historias está inmortalizada en la obra de teatro Nō “Kokaji”, que narra la forja divina de Kogitsunemaru.
El mandato imperial y un visitante misterioso
Según la leyenda, el emperador Ichijō recibió una extraña revelación en sueños: debía encargar una katana sagrada a Munechika de Sanjō. El emperador envió a un funcionario de la corte, Tachibana no Michinari, para transmitirle este decreto imperial (chokumei).
Munechika, profundamente honrado pero preocupado, aceptó la orden. Sin embargo, forjar un tachi de tal calidad no era tarea que pudiera completar solo: necesitaba un aizuchi, un segundo herrero que golpeara el metal al unísono con él. Pero no había ninguno disponible.
Desesperado, Munechika oró en el santuario local de Inari Myōjin, la deidad del arroz, la prosperidad y —relevante para esta historia— los herreros.
En el santuario, fue abordado por una figura con apariencia de niño, que lo llamó por su nombre y habló del mandato imperial —una noticia que aún no había salido de la casa de Munechika. Sorprendido, le preguntó quién era. El niño respondió enigmáticamente: “La voz del cielo resuena en la tierra. Las paredes tienen oídos y las piedras, bocas.”
El muchacho tranquilizó a Munechika: la época era próspera y la espada seguramente se completaría. Le relató historias de emperadores chinos, espadas míticas, e incluso habló de la Kusanagi no Tsurugi, la espada sagrada de Yamato Takeru. Luego desapareció.
El zorro de Inari y la creación de la espada
De vuelta en su taller, Munechika preparó la plataforma sagrada de forja. Cuando comenzó, apareció un espíritu zorro —mensajero de Inari— y se ofreció a ser su aizuchi. Juntos, humano y espíritu golpearon el acero en perfecta armonía divina.
La hoja fue terminada con inscripciones en ambos lados: en uno “Kokaji Munechika”, y en el otro simplemente “Kogitsune” — Pequeño Zorro.
Cuando la espada fue presentada a Tachibana no Michinari, el zorro se inclinó y desapareció entre las nubes.
Esta historia no solo elevó a Munechika al rango de maestro forjador, sino que también consagró al zorro como símbolo de guía divina y excelencia artesanal en la cultura japonesa. Se dice que los santuarios de Inari se convirtieron en lugares de culto para herreros en parte gracias a esta leyenda.
Kogitsunemaru forma parte de una colección privada y no existen fotografías de este tachi.
El santuario y el festival del fuego
Uno de estos lugares es el santuario Kazaninari, en el distrito Yamashina de Kioto, donde se cree que Munechika rezaba. Allí se celebra cada noviembre el Hiwatari Shinji (Festival del Fuego), originalmente un rito de los herreros.

El rito del Hitaki Shinji - photo: author's private archive
El mito de Kogitsunemaru sigue vivo hoy en día, no solo en santuarios y colecciones de espadas, sino también en obras de teatro, anime, videojuegos (como Touken Ranbu) y tradiciones marciales que resaltan el vínculo espiritual entre el herrero, la hoja y lo divino.