Fukushima Masanori y el final del Sengoku Jidai: El arco dejado en el silencio de la paz

Con Fukushima Masanori termina simbólicamente una era. Este cuarto episodio nos lleva al crepúsculo del período Sengoku, cuando los grandes guerreros del caos comenzaron a desaparecer, dejando paso a un Japón unificado bajo el gobierno Tokugawa. Masanori, veterano de las campañas de Hideyoshi y figura clave en Sekigahara, fue despojado de sus tierras y relegado al olvido. Y aun así, con una sola frase llena de dignidad, mostró lo que realmente significa ser un hombre de guerra.

En el año 1615, el clan Toyotomi fue derrotado en la campaña de verano de Ōsaka y destruido.
Al año siguiente murió Tokugawa Ieyasu, el artífice de esa victoria.
Tres años después, un acontecimiento hizo entender al pueblo que la era de las guerras había terminado para siempre.

El protagonista fue FukushimaMasanori.

Masanori había luchado bajo las órdenes de Toyotomi Hideyoshi, destacando en numerosos combates.
Tras la batalla de Sekigahara, se convirtió en daimyō de 490.000 koku en las provincias de Aki y Bingo, apoyando al gobierno Tokugawa.

Sin embargo, en 1619, se le confiscó el territorio por haber “reparado un castillo sin permiso del shogunato”
y se le asignó una nueva residencia en Kawanakajima, en la provincia de Shinano, con tan solo 45.000 koku.

Esta drástica reducción de territorio provocó críticas,
y se rumoreó una posible “rebelión de Masanori”.

Pero Masanori aceptó la sentencia del shogunato y dijo:

« Soy un arco, útil en tiempos de guerra.
El arco es valorado en la guerra,
pero en tiempos de paz, se guarda en el almacén.
Yo soy ese arco. Un hombre de la guerra.
Ahora que ha llegado la paz, me retiro al almacén de Kawanakajima.

Fukushima Masanori no se rebeló. Aceptó su destino con la misma calma con la que había marchado a la guerra. Su actitud no fue cobardía, sino sabiduría: una despedida silenciosa del mundo samurái. Incluso un arco sin tensión puede inclinarse con dignidad.