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Las palabras de los samuráis – Episodio13

 

Orgullo en la batalla: enfrentar a un enemigo fuerte

En el episodio anterior de nuestra serie, celebramos el lado más noble e idealista de Uesugi Kenshin: el daimyō que envió sal a su enemigo por sentido de justicia, el hombre que representaba el principio de “la justicia más allá de la fuerza”.

Pero como ya habíamos adelantado, la historia no se compone solo de ideales. Kenshin, como toda figura histórica real, tenía muchas facetas: algunas brillantes, otras más controvertidas. En este nuevo episodio, volvemos a hablar del “Dragón de Echigo” para descubrir un aspecto menos conocido y más humano, a través de las palabras mordaces y provocadoras del escritor Sakaguchi Ango.

Con su tono crítico, Ango nos invita a cuestionar la idea misma de “honor”, sugiriendo que, detrás de la justicia, a veces se esconde el simple placer de la guerra. Una visión incómoda, pero necesaria, que nos ayuda a reflexionar no solo sobre Kenshin, sino sobre todos los que han hecho de la guerra su vocación.

La enseñanza de Uesugi Kagekatsu, heredero de Uesugi Kenshin

El escritor Sakaguchi Ango, en su novela “Un hombre de segunda clase”, describe al “Tigre de Echigo”, Uesugi Kenshin, diciendo:
“Habla de justicia y lealtad al emperador, pero es todo mentira. En realidad, lo que le gusta es pelear porque le resulta placentero.”
Ango llama a Kenshin y a su discípulo Kagekatsu la “facción decadente de la guerra”, aquellos que usan la justicia como excusa para disfrutar del conflicto.

Esta opinión no es bien recibida entre los seguidores de Kenshin. Sin embargo, parece que esta faceta existía dentro del clan Uesugi, como demuestra una anécdota de su sucesor, Uesugi Kagekatsu.

Durante el asedio al castillo del rebelde Shibata Shigeie, un subordinado de Kagekatsu capturó a algunos soldados enemigos y dijo: “Intentaban llevar provisiones al castillo.”
Kagekatsu respondió:

“Eliminarlos sería fácil, pero sería inmaduro. Perdónales la vida, entrégales las provisiones y déjalos volver al castillo. Solo al aplastar a un enemigo fuerte se siente verdadera satisfacción.”

Al igual que Kenshin, Kagekatsu también parecía disfrutar de la guerra.

Se dice que esos soldados, al regresar al castillo, fueron acusados por sus propios compañeros de ser espías de Kagekatsu y fueron ejecutados.

Las palabras de Uesugi Kagekatsu, heredero de Uesugi Kenshin, nos muestran una faceta menos glorificada pero profundamente sincera del espíritu samurái: el deseo de enfrentarse a un enemigo fuerte, porque solo entonces la victoria adquiere verdadero valor. No hay crueldad en su afirmación, sino orgullo, coraje y un sentido del deber que va más allá del odio.

Una vez más, la voz de los samuráis nos invita a reflexionar sobre la complejidad moral de quienes vivieron en una época donde el honor era una decisión cotidiana, no una etiqueta vacía.

 
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